Sistema Penitenciario y Correccional: Crisis Interna y Persecución Laboral

Entrega 2

El colapso del sistema penitenciario y el deterioro de sus agentes

Destrucción del Sistema Penitenciario

Autor: Pedro Wise


La decisión de colocar a miembros de la Policía Nacional, sin la formación adecuada para la gerencia penitenciaria, al frente de la Dirección General de Servicios Penitenciarios y Correccionales ha desencadenado una serie de consecuencias negativas.

Estos funcionarios, desvinculados de los principios de rehabilitación y reinserción social, han transformado el sistema en un ambiente marcado por la corrupción y el crimen organizado.


Las condiciones de alarma en que trabajan los Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciario (VTP) evidencian la negligencia administrativa: jornadas laborales extenuantes, ambientes insalubres y carencia de recursos básicos.

Además, la corrupción en los niveles superiores ha permitido que ciertos internos (conocidos como “probó”) controlen actividades ilícitas, mientras los agentes honestos sufren acoso laboral y persecución, obligándolos a abandonar sus puestos.

Roberto Santana, experto en temas penitenciarios, ha denunciado públicamente que el sistema se ha convertido en una “mafia” que genera millones mensuales a través de actividades ilícitas.

Persecución y Acoso Laboral: Renuncias Masivas en Cuatro Años


Durante los últimos cuatro años, más de 300 funcionarios penitenciarios han renunciado debido a la persecución y acoso laboral sistemático.

Los agentes íntegros, que se niegan a participar en actos corruptos, son blanco de represalias: reasignaciones arbitrarias, negación de ascensos y amenazas constantes.

Estas prácticas no solo afectan la estabilidad profesional de los agentes, sino que también deterioran su salud física y emocional, propiciando enfermedades relacionadas con el estrés crónico (hipertensión, depresión, gastritis crónica, diabetes y ansiedad).


La ausencia de un sistema de protección para los denunciantes y la impunidad que reina en la institución han contribuido a la desmoralización del personal. Mientras los funcionarios corruptos ascienden y se colocan en posiciones estratégicas, los agentes honestos se ven forzados a renunciar como única alternativa para preservar su integridad.

El peligro y el desgaste emocional de los Agentes de Vigilancia y Tratamiento Penitenciario
Los agentes no solo enfrentan el peligro inherente a su labor en ambientes violentos, sino que además son objeto de acoso y persecución tanto por parte de sus superiores como de los propios privados de libertad.

  • Acoso y Persecución por la Dirección General:
    Los funcionarios que mantienen una postura ética son etiquetados de “problemáticos” y sufren desde cambios arbitrarios en sus turnos hasta el aislamiento. La constante vigilancia y las tácticas intimidatorias generan una sensación permanente de vulnerabilidad y miedo.
  • Impacto Emocional del Acoso por parte de los Privados de Libertad:
    Los agentes también reciben agresiones y amenazas de los internos, quienes aprovechan la corrupción institucional para presionarlos. Esta doble carga –provista tanto por la administración como por los mismos reclusos– incrementa el desgaste emocional, llevándolos al límite de sus capacidades.
  • Desgaste Emocional y Repercusiones:
    El acoso continuo se traduce en estrés, ansiedad y fatiga crónica, afectando gravemente la salud mental y física de los agentes. Muchos han desarrollado problemas de sueño, dolores de cabeza, hipertensión y otros trastornos, lo que ha llevado a que algunos abandonen sus puestos, mientras que aquellos que continúan se ven forzados a sacrificar su bienestar personal.

Ampliación del Análisis Institucional y Social


La crisis interna no se limita únicamente a las consecuencias directas sobre el personal, sino que refleja una estructura organizacional profundamente disfuncional.

La falta de liderazgo ético y la ausencia de políticas de control interno han permitido que se arraigue una cultura de impunidad.

Esto ha derivado en un ambiente donde las redes corruptas operan sin ser cuestionadas, y donde la promoción de funcionarios se basa más en la lealtad a intereses oscuros que en su capacidad profesional o compromiso con la legalidad.

Esta situación afecta la credibilidad de toda la institución y desmoraliza a quienes intentan actuar con integridad.

Además, la repercusión de estas prácticas se extiende más allá de los muros de los centros penitenciarios, impactando directamente en la percepción social sobre la justicia y la seguridad pública.

La continua renuncia de agentes capacitados y comprometidos genera una brecha en el servicio, dejando un vacío que es rápidamente llenado por individuos dispuestos a ignorar los principios éticos.

Esta dinámica no solo perpetúa el ciclo de corrupción, sino que también debilita el tejido social, generando desconfianza entre la ciudadanía y las instituciones encargadas de garantizar el orden y el respeto a los derechos humanos.


En síntesis, la crisis interna del sistema penitenciario dominicano se manifiesta en la implacable persecución y acoso laboral que han provocado renuncias masivas y un deterioro alarmante en la salud física y emocional de los agentes.

La corrupción institucional y la falta de liderazgo ético han convertido el ambiente laboral en un escenario de desesperanza y vulnerabilidad, lo que no solo afecta el funcionamiento interno de la institución, sino que también socava la confianza pública en la justicia.

Este análisis, que se conecta directamente con la problemática expuesta en la primera entrega sobre las raíces de la corrupción y la violación de la dignidad humana, sienta las bases para entender la necesidad imperiosa de una reforma estructural.

En la siguiente entrega, se profundizará en las condiciones inhumanas que viven los agentes y se explorará la urgencia de implementar cambios que restauren el respeto a los derechos y la dignidad en el sistema penitenciario.

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