República Dominicana transforma su estrategia antidrogas con reformas, cooperación internacional y resultados sin precedentes
Por Antonio María Delgado
9 de diciembre de 2025, 12:54 p. m.
Artículo de regalo
Un equipo policial del buque Valiant de la Guardia Costera de EE. UU. se prepara para subir a bordo una pequeña embarcación después de una interdicción de drogas a unas 50 millas al noreste de la República Dominicana, el 17 de febrero de 2025. Marinero Reese Fishbaugh Distrito 7 de la Guardia Costera de EE. UU.
Durante décadas, la República Dominicana cargó con una reputación que nunca quiso pero que le costó abandonar.
Enclavado entre la cuenca productora de drogas de Sudamérica y los mercados de consumo de Estados Unidos y Europa, el país se encontraba en un corredor global de narcóticos.
Durante años, la geografía fue un destino, y el destino era implacable. Los vuelos con drogas aterrizaban en pistas clandestinas.
Las lanchas rápidas cruzaban el Canal de la Mona como fantasmas. La cocaína se almacenaba en contenedores que salían de los puertos dominicanos.
Las redes de narcotráfico, protegidas por la interferencia política y la corrupción, operaban con una facilidad asombrosa.
Así, la República Dominicana se convirtió en un país de tránsito, un centro de lavado de dinero y un puerto seguro.
«Un lugar donde los casos iban a morir», dijo una vez un exagente de las fuerzas del orden estadounidenses. Luego, aparentemente de repente, la trayectoria cambió.
A partir de 2020, la República Dominicana lanzó una de las campañas de reforma antidrogas más ambiciosas del hemisferio.
En cinco años, las autoridades triplicaron las incautaciones de drogas, desmantelaron redes que antes se consideraban intocables, modernizaron los sistemas legales y de vigilancia, y reconstruyeron la confianza con sus homólogos estadounidenses y europeos.
La cooperación, antes cautelosa, incluso suspicaz, se volvió fluida y estratégica.
“Un giro de 180 grados”, declaró un exfuncionario del Departamento de Estado de EE. UU. a The Miami Herald.
“Pasamos de una relación de desconfianza a una de reconocimiento”.
Los funcionarios dominicanos y estadounidenses entrevistados para este artículo describen el cambio como una transformación: una nación históricamente definida por la vulnerabilidad se reposiciona como un punto de referencia regional en materia de interdicción, rendición de cuentas y fortaleza institucional.
Antonio María Delgado
El Nuevo Herald
305-376-2180
Galardonado periodista con más de 30 años de experiencia, especializado en la cobertura de temas sobre Venezuela. Amante de la historia y la literatura.
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