CURITIBA, Brasil (AP) — El ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva amaneció el domingo en la cárcel, como el primer expresidente o presidente en la historia moderna de Brasil en ser encarcelado, añadiendo una nota impredecible a las próximas elecciones presidenciales.
En un augurio de posibles disturbios en las próximas semanas, unos 500 partidarios de Lula permanecieron a las afueras de la cárcel horas después de que la policía usó balas de goma y gas lacrimógeno para dispersar a la muchedumbre.
El Partido de los Trabajadores dijo que ocho personas resultaron heridas en los enfrentamientos de la noche previa y una fue hospitalizada. No se reportaron lesione severas.
“La policía nos atacó cobardemente anoche, pero aceptamos que tenemos que mantenernos afuera del perímetro. Lo respetaremos”, dijo Roberto Baggio, coordinador local del movimiento Trabajadores Rurales Sin Tierra. “Esperamos que hoy lleguen personas del sur de Brasil. No nos iremos hasta que Lula sea liberado”.
Agentes de la policía federal dijeron que da Silva no habló durante su transferencia de Sao Bernardo do Campo a Curitiba.
La caída en desgracia de Lula Da Silva se aceleró en la última semana luego que el Supremo Tribunal Federal, el máximo tribunal del país, falló contra su pedido de seguir en libertad mientras apelaba su condena a 12 años de prisión por lavado de dinero y corrupción. Pero sus condiciones en prisión no serán malas.
La habitación que le ha sido asignada, que no es considerada una celda formal, está ubicada en el cuarto piso del edificio de la Policía Federal en Curitiba. Es utilizada principalmente como dormitorio por agentes que visitan de otras partes del país.
El portal noticioso G1 reportó que la habitación tiene barras en la parte exterior de su única ventana, pero ninguna en su puerta. Tiene suficiente espacio para una cama individual y una pequeña mesa luego de que se retiraran las literas. Además tiene además un baño privado con inodoro y una ducha con agua caliente.
La policía federal dijo que Lula desayunó pan con mantequilla y café el domingo y se le informó que podía tocar a la puerta de su habitación si necesitaba algo.
Se le dijo además que podía ver televisión y planeaba ver a su equipo de fútbol, Corinthians, en la final del campeonato del estado contra Palmeiras.
El Supremo Tribunal Federal falló el jueves en contra de Lula, que le había solicitado permanecer en libertad mientras se resolvía la apelación a su condena.
El juez federal Sergio Moro, que supervisa muchos de los casos de la investigación “Lavado de Autos”, emitió después una orden de arresto contra Lula, a quien dio plazo hasta las 5 de la tarde del viernes para que se entregara a la policía en Curitiba, 417 kilómetros (260 millas) al suroeste de Sao Bernardo do Campo, y comenzar a cumplir su sentencia de 12 años.
Lula no acató esas órdenes. En su lugar, se resguardó junto a sus simpatizantes en la sede del sindicato.
“La policía y los investigadores del ‘Lavado de Autos’ mintieron. Los fiscales mintieron”, dijo Lula ante la aclamación de algunos miles de simpatizantes.
“No les perdono que den a la sociedad la idea de que soy un bandido”, afirmó.
Sin embargo, Lula dijo que se entregaría “para ir allí y enfrentarlos con la mirada. Cuantos más días me dejen (en prisión), más Lulas nacerán en este país”.
Mientras Lula hablaba, algunas personas lloraban y otras coreaban “Libertad para Lula”. Cuando terminó su discurso, un mar de partidarios lo cargó a hombres para regresarlo al edificio.
Mauricio Santoro, profesor de ciencias políticas en la Universidad Estatal de Río de Janeiro, dijo que al no acatar la oren el viernes, Lula “quiso mostrar su fortaleza y popularidad, mostrar que es un dirigente político capaz de reunir el apoyo de la gente”.
También fue importante que Lula optara por refugiarse en el sindicato de trabajadores metalúrgicos y no en la sede de Partido de los Trabajadores, agregó.
“Muestra que Lula quiere poner énfasis en su trayectoria como líder de un movimiento social en lugar de su papel como dirigente de un partido marcado por denuncias de corrupción”, apuntó.
El año pasado, Moro condenó el año pasado a Lula acusado de favorecer a una constructora a cambio del compromiso de un apartamento frente a la playa. La condena fue ratificada en enero por una corte de apelaciones. El ex presidente niega haber cometido delito alguno en este y otros casos que están pendientes de juicio.
Pase lo que pase, el arresto de Lula supondrá una caída colosal para el hombre que llegó a poder contra pronóstico en una de las naciones más desiguales del mundo. Presidió el país entre 2003 y 2010 y que dejó el puesto con un índice de aprobación superior al 80%.
Durante sus dos gobiernos, varios programas sociales y una economía en auge contribuyeron a que decenas de millones salieran de la pobreza, lo que convierte la caída de Lula en una situación profundamente personal para muchos brasileños que lo miraban como un símbolo de esperanza.
El Partido de los Trabajadores insistió en que Lula, de 72 años, seguirá siendo el candidato de la formación para los comicios de octubre. El Tribunal Superior Electoral decidirá sobre las candidaturas en agosto. Se espera que vete al ex dirigente en base a la ley que impide la elección de aspirantes con condenas confirmadas. Lula podría apelar, aunque si lo hace desde prisión sería más complicado.
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