«El Vapeo»: Un enemigo silencioso que amenaza a nuestra juventud y desafía a la salud pública

Por: Dra. Emely Montero

Foto: Fuente Externa.

Los cigarrillos electrónicos «Vape» son conocidos por muchos nombres y vienen en diversas formas, con una estructura común que consiste en: una boquilla de inhalación, una batería, un sistema de calentamiento y un cartucho para e-líquido (saborizante). 

Si bien es cierto que estos productos no contienen tabaco, la mayoría tiene un alto contenido de nicotina y otros productos altamente nocivos con potencial cancerígeno.

Está comprobado que el uso de los cigarrillos electrónicos aumenta el riesgo de adicción a otras drogas, retrasan el desarrollo cognitivo en la adolescencia, además, son causa importante en el aumento de las enfermedades pulmonares según lo expuesto por la OMS (Organización Mundial de la Salud) y los CDC’s (Centros de Control de Enfermedades por sus siglas en inglés). 

A pesar de estas advertencias el vapeo se ha popularizado en la comunidad adolescente, especialmente en aquellos que asisten a la educación secundaria. 

Un estudio realizado en Santo Domingo Este, por la universidad UNPHU, encontró que la mayoría de los jóvenes entre 15-18 años utilizaban el dispositivo más de 30 veces al día y recurrieron a su uso por hacer coro con los compañeros o porque se sentían capaces de dejar el cigarrillo cuando quisieran. 

Sin embargo, el hecho de que la mayoría era consciente de las consecuencias que tiene este dispositivo para su salud y la alta frecuencia de consumo, se puede decir que el «vape», les da una falsa sensación de control sobre su adicción. 

Lo más lamentable es que muchos de los afectados por los «e-cigarrettes» coincidían con relaciones familiares y sociales inestables, por lo que se tomó este hecho como el principal factor de riesgo para el uso de este. 

En palabras resumidas el cigarrillo electrónico es un enemigo que se ha infiltrado y propagado rápidamente por nuestra sociedad. Nuestros jóvenes son los más propensos a caer en estas adicciones y por ende a sufrir las consecuencias de estas en etapas tempranas. 

La buena noticia es que como familia y como comunidad podemos aportar ayudando a construir lazos afectivos fuertes y actividades sanas que contribuyan con la salud mental de los jóvenes.