En los últimos tiempos, hemos hablado extensamente sobre la alineación de nuestro planeta y el Sol con el centro galáctico, un sector del espacio que alberga un agujero negro supermasivo que emite una gran cantidad de radiación.
Este evento astronómico, ocurrido el pasado 21 de diciembre, ha generado especulaciones y teorías sobre su impacto en la Tierra y en la humanidad.
Sin embargo, más allá de este acontecimiento celestial, existe una conexión invisible pero poderosa entre nuestro núcleo de energía y ese centro de poder oculto en el corazón de la Vía Láctea.
Los científicos afirman que esta conexión alcanzó su punto de «no retorno», el 21 de diciembre, marcando el inicio de un tránsito gradual hacia una realidad superior de consciencia como parte de un plan evolutivo que afectará a la humanidad.
Este proceso nos llevará a recordar nuestra verdadera esencia, el propósito de nuestra existencia y nos guiará en un largo camino de integración a una comunidad cósmica que ha operado desde tiempos inmemoriales en las estrellas.
Este tránsito hacia una realidad superior no será inmediato, sino un proceso gradual y evolutivo. Nos esperan tiempos cruciales, en los que cruzar esta puerta simbólica determinará nuestro rol y papel en el Universo.
La humanidad deberá enfrentarse a la tarea de redefinir su existencia y encontrar un nuevo sentido de propósito y pertenencia en un contexto cósmico más amplio.
La clave para encontrar respuestas se encuentra en nosotros mismos: una puerta interdimensional hacia el todo, ubicada en nuestro propio corazón.
Esta puerta representa la verdadera conexión con el Tiempo Real del Universo, un acceso a la comprensión profunda de nuestra existencia y nuestro lugar en el cosmos.
Esta perspectiva nos invita a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza y el potencial latente que reside en nuestro núcleo de energía personal.
Si somos capaces de conectar con esta esencia interna, podríamos abrir nuevas vías de entendimiento y evolución, no solo a nivel individual sino también colectivo.
Esta conexión nos podría permitir transcender las limitaciones del tiempo y el espacio, accediendo a un estado de consciencia superior y a una mayor armonía con el Universo.
Estos modelos de unificación explican muchas de las características observadas en las galaxias de núcleos activos.
Sin embargo, aunque la estructura toroidal es una parte fundamental del modelo, aún se sabe poco sobre sus propiedades.
¿Cómo se forma? ¿Cuál es su conexión con la estructura externa de la galaxia? ¿Posee un campo magnético? Estas y otras interrogantes siguen sin respuesta.
Actualmente, la comunidad astronómica mundial que se dedica al estudio de los núcleos activos de galaxias se ha propuesto caracterizar mejor las propiedades del material que rodea al agujero negro central en estas galaxias.
En particular, es crucial discernir si la estructura toroidal es homogénea o está formada por muchas nubes de polvo.
Para ello, se observan los núcleos activos con telescopios potentes, se analizan las observaciones y se aplican modelos que permitan reproducir estas observaciones.
En definitiva, más allá de los eventos y las alineaciones celestiales, la verdadera transformación reside en la conexión entre nuestro núcleo de energía y el centro galáctico.
Esta conexión, que se encuentra en el corazón de cada ser humano, tiene el potencial de abrirnos a nuevas dimensiones de realidad y comprensión.
Los tiempos venideros serán cruciales para definir nuestro papel en el Universo, y la clave para navegar este tránsito reside en nuestro propio corazón, el portal hacia el Tiempo Real del Universo.
Referencias
- Edgar A. Ramírez, doctor por la Universidad de Sheffield, Inglaterra. Actualmente investigador en la Universidad de Sao Paulo, Brasil.
- Pedro Paulo B. Beaklini, investigador en la Universidad de Sao Paulo, Brasil, donde obtuvo su doctorado. Su área de interés es la radioastronomía, los núcleos activos, SgrA* y Eta Carinae.
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