La investigación en la antigua Grecia y en la Edad Media

Ensayo

Autora: Dra. Anneri Abreu, PhD.

Dra. Anneri Abreu.

En esta investigación bibliográfica, se presentarán las diferencias en la concepción de la investigación en la antigua Grecia y en la Edad Media. Se expondrán varias teorías relacionadas con los momentos históricos en los que se desarrollaron estos conceptos.

Se abordará la forma de conocer la verdad a través de la razón y cómo esta se relaciona con los conceptos principales o categorías. Se iniciará explorando los primeros pensamientos en la época primitiva, marcados por las creencias en figuras y elementos naturales.


En este sentido, Long, A. A. (1984:190: 25), en sus planteamientos sobre el Helenismo, señala: «El declive de las ciudades griegas aceleró el ocaso de los dioses olímpicos. Los estoicos intentaron reinterpretar a los olímpicos como referencias alegóricas de fenómenos naturales.

Los epicúreos negaban cualquier influencia de los dioses en el mundo. Ideas religiosas orientales se infiltraban en el mundo mediterráneo, y algunos las adoptaron, mientras que otros optaron por el estoicismo o el epicureísmo. Los filósofos estoicos y epicúreos, especialmente estos últimos, se dedicaron a ganar adeptos, lo que dejó el mercado abierto a transacciones».


Con el Helenismo, se inicia la búsqueda de la verdad en una fuerza superior de la región, y la creencia en varios dioses politeístas establece una relación entre la cultura y la religión. Estos dioses poseen poderes extraordinarios, con formas humanas y fuerzas extraordinarias, lo que lleva al hombre en su búsqueda de la verdad.


Según lo planteado por Quirós, R. C. (2012:1), Anaximandro establecerá la idea de un cosmos como algo geométrico, ordenado y jerarquizado, equivalente a la propia estructura de la poli. Además, será pionero en el uso de la prosa como forma lingüística para expresar su pensamiento.

Anaximandro sostiene racionalmente que el origen de todas las cosas es el aire y atribuye el principio generador de todo al fuego. Este cambio cualitativo en el origen de las cosas en la naturaleza se relaciona con Heráclito, quien afirma que todo fluye y cambia, señalando que nadie se baña dos veces en la misma agua de un río, y que el movimiento y la energía son fundamentales, lo que lleva a un cambio en la naturaleza misma de las cosas.


Por otro lado, Rocher, A. L (sf:110), menciona que Leucipo y Demócrito intentaron resolver la aparente incompatibilidad entre la inmutabilidad del ser y el devenir del mundo fenoménico, postulando la existencia de átomos como elementos indestructibles en número infinito y en movimiento eterno. Además, los atomistas consideraron el vacío como una causa de todo lo engendrado en el universo.

Leucipo y Demócrito presentan la idea del átomo como respuesta a las preguntas fundamentales sobre la composición de la materia, identificando tres tipos de átomos: redondos, ganchudos y gaseosos. Este período marca el inicio de la filosofía egocéntrica y eurocéntrica occidental, donde el hombre se convierte en un buscador de la verdad y cree en su capacidad para comprender y dominar el mundo que lo rodea.


Kirner, F. S. (1995:1) plantea a Protágoras, quien afirmaba que «el hombre es la medida de todas las cosas», ya que es el único que puede acceder al conocimiento de lo que es y lo que no es. Esta afirmación se convierte en la base del relativismo radical, pero su interpretación ha sido objeto de debate. Desde la tradición platónica, se ha visto como una fórmula emblemática del relativismo, aunque la ambigüedad en los textos iniciales alimenta la sospecha de que la actitud y el pensamiento de Protágoras pueden haber sido malinterpretados.


El relativismo surge como la idea de que no existen verdades absolutas, y la filosofía da un giro con la aparición de Sócrates, quien vincula lo social y cultural en la búsqueda del conocimiento al plantear «conócete a ti mismo». Platón sigue esta línea al afirmar que el conocimiento está dentro de nosotros y que existe un mundo de verdad absoluta. Platón también introduce la idea de la reencarnación como un medio para purificar el alma en caso de impureza, lo que da origen al idealismo y es retomado por San Agustín de Hipona.


Por otro lado, Aristóteles difiere de Platón al afirmar que la verdad se encuentra fuera de nosotros y que todo está en constante cambio. Aristóteles desarrolla el realismo y contribuye a la comprensión de la realidad.


Con respecto a la religión, San Agustín argumenta que todo proviene de Dios para comprender la naturaleza y que la verdad está dentro de nosotros, lo que constituye una concepción teológica. Los griegos llevaron a cabo su propia búsqueda de la verdad, pero es importante destacar que cada individuo encuentra su propia verdad y no la verdad absoluta.


En la investigación, es esencial distinguir entre el investigador y el investigado. Aunque se sigue en búsqueda de la verdad, existen realidades cualitativas tanto subjetivas como fenomenológicas, así como realidades objetivas que existen fuera de nosotros. Para comprender todo lo que se ha mencionado, es necesario explorar nuevas formas de investigación y buscar una comprensión más profunda del sujeto y su relación con el objeto de estudio.


Finalmente, en cuanto a América Latina, se destaca la influencia de la ideología colonizadora y se enfatiza la necesidad de descolonizar el pensamiento y desarrollar una filosofía propia que permita comprender la realidad desde una perspectiva auténtica y transformadora. En resumen, se han examinado las diferencias en la concepción de la investigación en la antigua Grecia y la Edad Media, así como las formas de conocer la verdad a través de la razón y la influencia de la religión en el pensamiento filosófico.

Referencia bibliográfica
Quirós, R. C. (2012). La imagen teológica del cosmos en los albores de la filosofía: la escuela de Mileto (Tales, Anaximandro y Anaxímenes). Revista Espiga, 10(23), 1-23.
Rocher, A. L ( sf) . la Materia en los Primeros Filósofos Atomistas: I. El Atomismo de Leucipo y Demócrito. Materia, espacio y tiempo: de la filosofía natural a la física, 108.
Kirner, F. S. (1995). Protágoras y el enunciado del hombre medida. ENDOXA, 1(5), 145-170.

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