«La Obesidad: Un desafío que trasciende el peso»

Por: Dra. Lorena Báez

Nutrición basada en la evidencia

Cada 11 de octubre se conmemora en todo el planeta el Día Mundial contra la Obesidad. A partir del 2020, la Federación Mundial de Obesidad modificó esta fecha para el 4 de marzo. Este acontecimiento busca concientizar a las personas sobre el terrible daño que conlleva para el organismo una dieta alta en grasas y azúcares, dieta que, a decir verdad, es una de las más populares y propagadas por todo el mundo.

La obesidad es una enfermedad crónica no transmisible que va más allá del simple problema del peso, se caracteriza por un exceso de grasa corporal que puede tener consecuencias graves para la salud. 

Posibles consecuencias derivadas de la obesidad. Imagen: Fuente Externa.

Cuando el IMC (índice de masa corporal, cociente entre la estatura y el peso al cuadrado de un individuo) es igual o superior a 30 kg/m², se habla de obesidad. También se considera signo de obesidad un perímetro abdominal en hombres mayor o igual a 90 cm y en mujeres mayor o igual a 80 cm.

Según datos de la misma Organización Mundial de la Salud (OMS), la incidencia de la obesidad ha aumentado de manera alarmante en las últimas décadas, convirtiéndose en una epidemia global. 

En 2016, más de 1.900 millones de adultos tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos. Esto representa aproximadamente el 13% de la población mundial adulta, así como 340 millones de niños y adolescentes.

En la República Dominicana, cifras publicadas por el Ministerio de Salud Pública establecen que un 70 % de nuestra población está afectada por el sobrepeso y la obesidad. 

¿Qué es obesidad?

La obesidad es una enfermedad multifactorial que puede ser causada por una combinación de factores genéticos, metabólicos, sociales, conductuales y ambientales.

La transición hacia estilos de vida más sedentarios y dietas poco saludables, altas en calorías y bajas en nutrientes, ha contribuido en gran medida al aumento de la incidencia de la obesidad.

Desafortunadamente la mayoría de las personas que padecen sobrepeso u obesidad no le dan la importancia debida a este padecimiento y mucho menos a las enfermedades relacionadas: como síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, diabetes, dislipidemias e hígado graso, aun sabiendo que este problema aumenta constantemente.

La obesidad también puede afectar la calidad de vida de una persona. Puede limitar la movilidad y la capacidad para realizar ciertas actividades físicas, y puede contribuir a problemas de salud mental, como la depresión y la baja autoestima.

De igual forma, puede tener un impacto económico, tanto a nivel individual como a nivel de la sociedad. Los costos de atención médica para las personas con obesidad son significativamente más altos que para aquellas con un peso saludable.

Esta enfermedad, requiere un enfoque integral para su manejo y prevención, y tiene implicaciones significativas para la salud individual y la sociedad en general. Es debido a esto, que es crucial abordar la incidencia creciente de la obesidad con estrategias de prevención y tratamiento efectivas, que incluyen cambios en la dieta, actividad física regular y, en algunos casos, medicación o cirugía.

El estilo de vida o el tipo de hábitos y costumbres que posee una persona puede ser beneficioso para la salud. De ahí la importancia de que el individuo con obesidad conozca que con menos kilos tendrá más vida, que, de la mano de un profesional de la salud, en conjunto con un programa inteligente para bajar de peso permitirá que sus órganos internos funcionen mejor, que la química de su organismo mejore, que se sienta más libre, que viva más y mejor.

Cuando elegir que comer está entre lo bueno y lo malo. Imagen: Fuente Externa.

Cuando la alimentación es tu aliado 

De modo que la alimentación es uno de los principales factores que favorecerían la disminución de los índices de obesidad, como decía Hipócrates “Que tu alimento sea tu medicina y que tu medicina sea tu alimento”, famosa frase que hemos pasado por alto se destaca que los hábitos de alimentación son formados desde la infancia, pero pueden ser “re-aprendidos” en la adultez, solo es cuestión de querer-TE.

En términos de intervenciones dietéticas para la obesidad, las dietas bajas en grasa y bajas en calorías han demostrado ser efectivas para la pérdida de peso a largo plazo. Por tanto, la nutrición es un componente clave en la prevención y el manejo de esta enfermedad.

Una dieta equilibrada y nutritiva, junto con la actividad física regular, puede ayudar a mantener un peso saludable y reducir el riesgo de obesidad.

Se destaca, que podemos “re-aprender” los hábitos correctos en alimentación, tomando en consideración las siguientes preguntas:

¿Desayunas?

¿Comes 2 tazas de fruta diariamente y 3 tazas de verduras?

¿Bebes al menos litro y medio de agua?

¿Realizas al menos tres ingestas de comida al día?

¿Reduces el uso del azúcar y grasas?

¿Eliges pechuga a la plancha en lugar de pollo frito?

¿Bebes agua en lugar de refresco?

Y por último, ¿caminas al menos 30 minutos de manera habitual?

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS:

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