Las legendarias naves espaciales, que viajan por el espacio interestelar desde hace más de 45 años, ya no están equipadas para tomar imágenes útiles del cosmos
Redacción Noticias Breves – Las sondas espaciales Voyager 1 y Voyager 2, lanzadas por la NASA en 1977, siguen activas y enviando datos desde los confines del sistema solar. Sin embargo, una pregunta curiosa ha resurgido entre entusiastas del espacio: ¿qué pasaría si en 2025 los técnicos decidieran encender nuevamente las cámaras de estas naves?
La respuesta corta es: no se vería nada significativo. Aunque técnicamente posible, volver a activar los sistemas de imagen de las Voyager hoy en día sería poco útil y, de hecho, podría poner en riesgo el resto de sus instrumentos científicos.
Más allá de la luz y de los planetas
Actualmente, tanto la Voyager 1 como la Voyager 2 se encuentran en el espacio interestelar, a más de 20 mil millones de kilómetros de la Tierra. En ese entorno, la luz del Sol es tan tenue que no ilumina objetos cercanos, y las cámaras no podrían captar imágenes claras ni detalladas, ya que no hay planetas ni lunas a la vista.
Además, las cámaras de las sondas fueron diseñadas para observar objetos dentro del sistema solar, no para operar en la oscuridad casi total del espacio profundo. El «Punto azul pálido», la famosa imagen de la Tierra tomada por la Voyager 1 en 1990, fue una despedida planificada. Desde entonces, los sistemas de imagen han estado apagados para conservar energía.
Riesgos técnicos y prioridad científica
La activación de las cámaras también implicaría riesgos técnicos importantes. Luego de más de tres décadas inactivas, los sensores podrían haberse deteriorado por la radiación cósmica.
A eso se suma que las Voyager ya operan con energía extremadamente limitada, provista por generadores de plutonio que se debilitan con el paso del tiempo.
«La prioridad ahora es mantener activos los instrumentos que estudian el medio interestelar, como los detectores de partículas y campos magnéticos», han explicado ingenieros de la NASA en múltiples ocasiones.
Encender un sistema que no aporta valor científico podría acortar la vida útil de las sondas o interferir con su funcionamiento actual, algo que el equipo en tierra trata de evitar a toda costa.
Una misión que sigue haciendo historia
Las Voyager han superado todas las expectativas. Diseñadas para durar cinco años, siguen enviando datos más de 45 años después.
Su legado incluye hallazgos fundamentales sobre Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, y ahora contribuyen a entender el comportamiento del espacio más allá de la influencia del Sol.
Aunque no puedan tomar más fotos, las Voyager siguen escribiendo historia científica. En lugar de imágenes, ahora nos entregan datos que ningún otro instrumento ha podido recoger en el borde del sistema solar.
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